La Cámara de Senadores dió media sanción, por unanimidad, a una ley que permite cuantificar el aporte económico del trabajo que realizan las amas de casa en Argentina.
Se trata de la ley que encomienda al Poder Ejecutivo, a través del Indec, a realizar encuestas de uso del tiempo a la población. Las encuestas de uso del tiempo son herramientas utilizadas para conocer de qué manera las personas distribuyen su día en tareas que le reportan un ingreso, en tareas que hacen en su hogar, cuidado de personas mayores, niños, enfermos o personas con alguna limitación, limpieza, administración, cocina, etc, en estudio, en tiempo libre, en traslados, etc.
Esta medición se convierte en algo muy importante cuando se trata de valorizar el mundo que parece invisible de las tareas no remuneradas que principalmente hacemos las mujeres. Como se trata de tareas que no se transan en el mercado, no se pueden comparar por valores monetarios. La comparación por el tiempo es una buena aproximación, en primera instancia, a la evaluación de todo un sector de producción de bienes y servicios que se realizan cotidianamente.
Alguien puede preguntarse por qué es importante hacer esta valoración. Encuentro dos grandes líneas argumentales: la primera es que el conjunto de la actividad social se apoya en el funcionamiento aceitado de cada hogar, todos esperamos que la casa esté limpia, las camas tendidas, los chicos en la escuela, los turnos de médicos acordados, los niños alimentados, los platos lavados, las compras hechas, las cuentas pagadas, la ropa en condiciones, etcétera, etcétera. Es más, todos esperamos que naturalmente seamos las mujeres las que resolvamos ese cúmulo de tareas. Todo indica que esas tareas insumen no menos de 4 horas diarias, aumentando en el fin de semana y son de tiempo completo para las mujeres que no tienen otro empleo. Sin embargo, todavía decimos mi mujer no trabaja, yo no trabajo.
Desde hace 34 años, cuando fundamos en Tucumán el SACRA (Sindicato de Amas de Casa), la primera campaña fue para decirles a las mujeres «No digas más yo no trabajo, diga Yo Trabajo, Soy ama de casa». Y propusimos luchar para que tengamos, como los restantes trabajadores, derecho a salario, jubilación, obra social y sindicato.
La segunda razón, además de la justicia de ver reconocido económica y socialmente nuestro trabajo, es que, a medida que pasan los años, los requerimientos de tareas en el hogar o sea domésticas son mayores: los niños cada vez más pequeños pueden ser escolarizados, pero… los adultos mayores? ¿Nuestra madre, nuestro padre, nuestros suegros? ¿Cuando pierden su capacidad de autovalerse, cuando se enferman, cuando están postrados? ¿Cuando tienen Alzheimer o demencia senil? ¿Cuando se quiebran la cadera y quedan en cama? ¿Cuánto tiempo destinan los servicios de salud a su cuidado? ¿Cuánto más la familia, y sobre todo las mujeres de la familia?
Está en discusión una profunda reflexión respecto de cómo vamos a abordar esos desafíos, cómo vamos a hacer nuestros los planteos del Papa Francisco de cuidar a nuestros niños y a nuestros mayores combatiendo la cultura del descarte. Y para ese debate, nada mejor que empezar teniendo una información objetiva.
Como diría María Ángeles Durán, precursora de estas investigaciones, ¿cuál es el valor del tiempo, cuántas horas le faltan a tu día?